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Es un eremitorio pequeño, nada tiene que ver con el de Olleros pero es mágico y espectacular. Está a las afueras del pueblo y abierto a la visita, vamos en medio de la nada, sólo una valla para que no entre el ganado. Es accesible en coche por un camino. Desde algún punto se ve como si fuera una calavera gigante, dentro más de lo mismo que encuentras por ahí, suciedad, papeles... Vamos algo de letrina pero merece la pena visitarlo. Fuera hay una pequeña necrópolis fechada entre los S VIII-IX.